Wednesday, September 23, 2009

Uno de los niños tontos.

Yo soy uno de ellos, uno de los niños tontos. Me llamo Joaquin Arandez, tengo un cuerpo de catorce años y una mente de diez. En realidad, como dice mi prima Adiana, soy muy avanzado porque diez es el máximo. ¿El máximo de qué? No sé.

Nadie sabe qué fue lo que me detuvo. “Fue como un reloj”, dice Adiana cuando le parece.

Voy a la Escuela 1472 Gladio Baste para Niños Tontos Como Relojes. Acá no necesito aprender a leer y escribir, como en la escuela de mi prima. A ella siempre le gustó jugar a la maestra. Me daba una tiza y me decía: hacé de cuenta que escribís. Yo escribía largas cartas a mi papá que andaba por otros mundos. Cuando me dolía el brazo, paraba de escribir y lloraba.
Ahora también lloro cuando me duelen los huesos. Mis huesos se están haciendo muy largos, como pasillos.

No me gusta hablar. Adiana habla hasta por los codos. Eso dice ella: “Yo hablo hasta por los codos”. Mis codos no hablan. Hay una niña llamada Infinita que da codazos en el patio.

Me gusta esperar el Bus. A la vuelta de la escuela está la parada. Tiene tres asientos y una pantalla con cositas que se mueven. Me gustaría quedarme ahí para vivir.
Pasa un bus. Después pasa otro. Si no tomo el 42 con Siciliano, veo pasar muchos buses. Una señora se baja. Un señor se sube. Un muchacho y otro muchacho esperan el Bus. Todas las personas me miran como si yo fuera un reloj, como dice Adiana. La gente hace caras raras cuando miran el reloj. Me da miedo. Adiana dice que ellos me tienen miedo a mí porque yo les digo pavadas. Me subo al 42 y me voy a mi casa sin hablar con nadie.

Cuando llego mi tía me dice que Adiana ya se fue porque yo llegué muy tarde y que si yo hago el esfuerzo de volver a casa más rápido, un día la voy a ver. Pero no ahora. Un día, pero no hoy.
Adiana se ríe y me dice: “esperame sentado”. Yo también me río. Mi tía me dice: “¿De qué te reís, JoaquIn?” y yo le digo: ¡De las pavadas que dice Adiana!

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